La mujer de rojo.

Mis mañanas empiezan inevitablemente con el viaje desde mi lugar de residencia hasta la oficina, a bordo de un tren de Cercanías, habitualmente en un vagón de dos pisos... y como subo en la segunda estación, puedo elegir con cierta comodidad donde me siento, que suele ser en la misma dirección del trayecto, parte izquierda, arriba, al lado de la ventana de emergencia.

El porqué busco inconscientemente sentarme al lado de la ventanilla de emergencia quizás obedezca a la percepción (no comprobada) de que posiblemente disponga de más espacio para estirar las piernas...

En esa hora de trayecto aprovecho para escuchar música, escribir posts, preparar tareas, o sencillamente cierro los ojos y sueño; pensad que me levanto cada día a las 5:30h de la mañana.

A veces miro en silencio el mar... depende de la época del año, veo como amanece, pues la línea férrea discurre durante unos 20Km por encima de un acantilado que cae a pico sobre las olas... una manera tonificante de empezar el día.

A veces coincido con amigos, amigos que he hecho en estos trayectos y hablamos.

A veces hay personas que sin hablar ya te generan diferentes emociones, de atracción, indiferencia o rechazo; supongo que la primera impresión es la que vale y soy consciente que a terceros también les puedo generar este mismo tipo de emoción.

Y hay algunos y algunas que sin conocernos, sin haber intercambiado mucho más que un simple "buenos días", o un simple gesto de reconocimiento, incluso una sonrisa, nos buscamos inconscientemente cuando llega la estación donde suben al tren.

La historia de hoy va de una de estas personas, una mujer que cada día toma el tren a las 7 de la mañana con su hijo y su hija, la hija en cochecito, y baja en la misma estación que yo.

No sé cómo se llama... apenas nos hemos intercambiado un "Buenos días" como máxima expresión de comunicación verbal... su hijo me habló una vez porque estaba trabajando con el Shift y le llamó la atención la máquina, mientras ella, con expresión entre soñadora y sorprendida, asistía a nuestra conversación.

Antes coincidía mucho más con ella cuando me desplazaba en bicicleta, pues me quedaba en la plataforma y veía como ella subía, se sentaba en un escalón y atendía a sus hijos.

Y hoy he vuelto a coincidir con ella... hoy iba vestida íntegramente de rojo.

Debo decir que mirada fríamente, no se puede decir que sea una mujer guapa, o que tenga una figura estupenda, y sin embargo todo en ella denota clase; sus movimientos son de elegancia felina, con una voz queda y suave.

Debo decir que cuando he bajado para salir del tren la he encontrado, y como si no hubieran pasado varios meses desde la última vez que la ví, he notado como me ha buscado con la mirada... he visto como su expresión facial al descubrirme se relajaba... he visto como le sonreían los ojos.

Debo decir que hemos vuelto a intercambiar un "Buenos días" y una sonrisa.

Es una buena manera de empezar el día.