Cocinando una conferencia inaugural.

Al inicio de mi exposición. Foto cortesía de Mónica López (@mo1ni1ca1)
Decíamos ayer... Hace ya demasiado tiempo que no escribía nada en este espacio, así que hoy he decidido volver a la carga.

Han pasado muchas cosas en este año y pico que he estado "out", algunas explicables y otras no tanto, pero no es el objetivo de la entrada de hoy.

El día 1 de junio, mientras estaba comiendo con un amigo y compañero de batallas, recibí una llamada de un teléfono móvil que no tenía registrado. Temiendo encontrarme con el/la inevitable vendedor de telefonía móvil o de seguros, me puse al habla. Al otro lado, una voz de mujer. Me costó reconocerla. Era Marisa Merino. Médico, gestor, investigadora, líder del proyecto europeo Carewell. Inteligente y brillante a partes iguales. La conocí en una cena de EuskoSanidad Digital -el equivalente en Euskadi del mítico grupo de Whatsapp de Health20BCN-, la tenía sentada justo enfrente. Alguien difícil de olvidar. Volviendo al hilo de la cuestión, me contó que quién debía dar la conferencia inaugural había excusado su presencia en el Congreso Europeo de Salud Digital y me propuso que la hiciera yo. Dudé solo un milisegundo. Acepté.

Tras colgar, pensé "y ahora de qué hablo", porque a todo esto, tenía escasos 15 días para preparar la conferencia. No era una ponencia más. Y tenía que ser un punto más que un TED. Marisa estaba volando, así que llamé un poco más tarde. La pregunta que me hizo fue "bueno, y a todo esto, ¿qué nos vas a contar?". Ella estaba con Mónica López, mi gran valedora. Le expliqué someramente lo que tenía en mente. Ofrecí enviarle una propuesta de guión. Le encantó.

El siguiente paso es reclutar un equipo. Para mí, preparar una conferencia significa trabajo en equipo. Dado que iba a representar desde un punto de vista institucional a la compañía para la que trabajo, pedí a Francisco Araújo, el MarCom de Costaisa, que me asignara un diseñador gráfico. También me dio un valioso consejo: una conferencia inaugural debe ser disruptiva. Debo añadir que Costaisa me dio total libertad para que hablara de lo que quisiera, sin ningún tipo de corsé ni exigencia, cosa que agradezco profundamente.

Por otro lado tenía al equipo EHROS, formado entre otros por Inma Roig y el Dr. Damián Gallegos. Ellos me ayudaron a pulir algunos aspectos del guión y a la búsqueda de referencias bibliográficas. Especial mención a Inma por su apoyo y visión.

También necesitaba un punto de vista externo. Que pudiera tener, por independiente, una visión crítica del discurso, alguien que fuera capaz de ponerme en crisis. La elección recayó en la Dra. Eugènia Miranda, de la Xarxa Santa Tecla. No puedo estar más satisfecho de su aportación. No se limitó a revisar el speech: hizo más. Gran parte del éxito de la conferencia -lo digo públicamente- se lo debo a ella. Marcó la diferencia. No se puede imaginar lo agradecido que estoy a sus sugerencias, a su apoyo y sobre todo, a su visión fresca y diferente de la jugada.

Crear una buena conferencia es como practicar buen sexo: poco a poco se tiene que acariciar la imaginación de la audiencia, hasta lograr llevarla hasta el clímax.

Preparé un guión con cinco ideas directrices -al más puro estilo TED- muy disruptivo, buscando el equilibrio entre el leitmotiv del congreso con el toque humano.

¿El resto? Sensaciones personales, sobre todo. Los ensayos "ad nauseam". La presión de que dar una conferencia inaugural crea hasta cierto punto el marco de referencia de las siguientes intervenciones. El temblor de mis manos mientras hablaba. Algunos "lapsus mentis". A pesar de todo, tras 51 minutos, el auditorio aplaudió. Lo mejor, las felicitaciones generalizadas, empezando por la propia Marisa. Como siempre, soy mi peor crítico. Hay cosas que debo mejorar.

¿Cuándo me podréis ver? Tan pronto esté disponible el video, en el próximo post...

Para amenizar la espera, aquí tenéis el fantástico resumen de sketchnotes realizado por Mónica López.


¡Paciencia!