Este fin de semana ha sido bastante nefasto... de hecho, la primera semana del año no ha sido para tirar cohetes...
Este fin de semana he perdido a alguien a quien consideraba, y considero, un buen amigo.
No se ha muerto, ni se ha ido, he sido yo quien lo ha alejado de mí.
El porqué no tiene importancia en el contexto del post, pues como siempre, todos los que tomamos decisiones creemos tener suficientes elementos de juicio para tomarlas, y este caso no ha sido una excepción, subjetivamente creía que era lo mejor que podía hacer.
Es posible que hubiera otras soluciones, quizás podría haber buscado otra manera, quizás podría haber buscado consejo, incluso hablar claramente con él...
El después no es fácil, pues el sentimiento de pérdida, de infinita tristeza y el vacío que queda, debe ser superado; también decir que en este caso va a ser complicado, pues siempre en nuestra alma quedan retazos de conversaciones, de emociones, palabras, que no van a poder ser eliminadas; con este amigo había un buen feeling, había complicidad... así que es fácil imaginar lo complicado que va a ser para mí.
Debo decir que en estos momentos mi vida es algo muy parecido a conducir un Ferrari, apretando el acelerador a fondo: cada vez en lo profesional estoy alcanzando cotas más altas y parece que no tenga techo, pero en lo personal veo por el retrovisor como cada vez se va alejando más y más todo aquello que mas quiero...
Y la vida sigue, no puedo lamentarme por el ayer, debo asumir mis decisiones como siempre he hecho, asumiendo las consecuencias de mis actos, vivir el presente, y mirar decididamente hacia el futuro... y sin embargo...
Me siento espantosamente solo.