Poniéndome a prueba.

Estoy de vacaciones... o al menos debiera parecerlo.

La realidad es que necesitaba un tiempo de desconexión para tomar distancia y analizar fríamente actitudes, palabras, gestos... personas.

Es un ejercicio sano, si os lo podéis permetir: se gana perspectiva, se toman pues las decisiones más adecuadas, y en mi caso, se trataba de corregir en lo posible una decisión equivocada, y además asomarme a un mundo fascinante... tan fascinante que casi, casi, ha sido una especie de viaje iniciático para mi.

Cierto es que cuando se toma una decisión, es difícil dar marcha atrás, y se deben asumir las consecuencias; pero si tienes la percepción de que te has equivocado, debes ser humilde y pedir perdón, aún sabiendo que jamás nada volverá a ser igual...

En estos días he podido disfrutar de momentos de auténtico lujo, de extrema sencillez, como dar el desayuno a mis hijas, o dejar que mi vista vague por el infinito.

Por primera vez en semanas, he podido sonreir.

Por primera vez en semanas, he podido mirar a mis fantasmas cara a cara.

Me siento lleno de energía y ganas, como hacía tiempo que no sentía.

Vuelvo a ser yo.