El fin de semana pasado, fin de semana en el que las grandes superficies abrieron puertas el domingo, acudí con mi familia a lo que pudieramos llamar templo de consumismo sumo, es decir, a Ikea.
Tuve el dudoso honor de presenciar el atropello (pues no lo puedo calificar de otro modo) de una visitante / cliente de dicho centro sobre una inocente empleada de Ikea.
Fue tan rápido, tan agresiva la reacción del cliente y además sin motivo justificado que no por menos he querido escribir sobre ello.
No se exactamente si es debido a que hay una progresiva carga de violencia en el subsconsciente colectivo, o bien porque aplican hasta el extremo la máxima "el cliente tiene siempre razón" o bien es una válvula de escape a algún sentimiento reprimido de frustración, el caso es que hay una tendencia en aumento en esta clase de incidentes.
En nuestro entorno de trabajo habitual, es más o menos mediático, y vemos trufada la prensa diaria con una cierta (desgraciadamente alta) frecuencia de incidentes en forma de agresión sobre personal sanitario.
Es cierto que en su gran mayoría se habla de agresiones a personal sanitario, entendido como agresiones a personal médico y de enfermería.
Pero esto no significa que personal de admisiones, administración o sistemas de información, por ejemplo, no hayan vivido nunca situaciones de este tipo.
Yo mismo, en 21 años de trabajo, he sufrido una agresión y dos que quedaron en tentativas.
La verdad es que cuando sufrí la agresión, fue más la sorpresa por lo que estaba pasando, que por el daño que me hicieron (el guardia de seguridad llegó un segundo tarde, y su llegada, aunque tardía, evitó que la cosa fuera a mayores).
¿Tengo miedo? Os mentiría si os dijera que no, que no lo tengo.
Al final, aprendes a convivir con él, y te hace mucho más sensitivo; siempre tienes la secreta esperanza de poder anticipar la secuencia de acontecimientos que pudiera conducir a una nueva agresión.
Alguien tiene que hacer mi trabajo... ¿y quién mejor que yo mismo?
Tuve el dudoso honor de presenciar el atropello (pues no lo puedo calificar de otro modo) de una visitante / cliente de dicho centro sobre una inocente empleada de Ikea.
Fue tan rápido, tan agresiva la reacción del cliente y además sin motivo justificado que no por menos he querido escribir sobre ello.
No se exactamente si es debido a que hay una progresiva carga de violencia en el subsconsciente colectivo, o bien porque aplican hasta el extremo la máxima "el cliente tiene siempre razón" o bien es una válvula de escape a algún sentimiento reprimido de frustración, el caso es que hay una tendencia en aumento en esta clase de incidentes.
En nuestro entorno de trabajo habitual, es más o menos mediático, y vemos trufada la prensa diaria con una cierta (desgraciadamente alta) frecuencia de incidentes en forma de agresión sobre personal sanitario.
Es cierto que en su gran mayoría se habla de agresiones a personal sanitario, entendido como agresiones a personal médico y de enfermería.
Pero esto no significa que personal de admisiones, administración o sistemas de información, por ejemplo, no hayan vivido nunca situaciones de este tipo.
Yo mismo, en 21 años de trabajo, he sufrido una agresión y dos que quedaron en tentativas.
La verdad es que cuando sufrí la agresión, fue más la sorpresa por lo que estaba pasando, que por el daño que me hicieron (el guardia de seguridad llegó un segundo tarde, y su llegada, aunque tardía, evitó que la cosa fuera a mayores).
¿Tengo miedo? Os mentiría si os dijera que no, que no lo tengo.
Al final, aprendes a convivir con él, y te hace mucho más sensitivo; siempre tienes la secreta esperanza de poder anticipar la secuencia de acontecimientos que pudiera conducir a una nueva agresión.
Alguien tiene que hacer mi trabajo... ¿y quién mejor que yo mismo?