Urgencias: una vuelta de tuerca.

Una de las cosas que me caracteriza es que doy largos paseos, tanto al salir de trabajar como en los fines de semana en los que no tengo a mis hijas.

Y hoy, en mi paseo, he pasado por la puerta del servicio de urgencias de un hospital barcelonés, por curiosidad me he detenido a observar, y he visto que la cola de espera para ser atendido salía hasta la puerta de la calle.

Al ver la cola, he recordado este post de Miguel Ángel Máñez, en el que nos ofrece, según el barómetro sanitario, las razones por las cuáles los usuarios acuden directamente a Urgencias.

Quizás hace falta recordar, una vez más, que aunque usuario avezado y avanzado de los servicios sanitarios, soy un no-clínico que en los últimos meses ha usado servicios de urgencia pediátrica con una cierta asiduidad.

Así que yo no me voy a fijar en las cifras que refleja el post de Miguel Ángel, sino que trataremos de buscar explicaciones y dar soluciones a la saturación de las urgencias hospitalarias.

Como padre de dos niñas, tanto mi ex-pareja como yo hemos intentado siempre usar los servicios del pediatra de referencia, primero de la sanidad pública, y luego de la sanidad privada.

Que quede bien claro: no pongo en cuestión la profesionalidad de los pediatras de la sanidad pública, pero sí de la deficiente planificación de su presencia en los centros de salud, y me voy a explicar.

No es de recibo que los horarios de atención de pediatría en la sanidad pública no se ajuste a los flujos de pacientes reales, pues para patologías poco importantes, los padres suelen esperar a la salida del colegio para llevar al niño al pediatra... pero claro, el horario de atención del clínico acaba en una franja de una media de dos horas tras el cierre de las clases, con lo que fácilmente se pueden colapsar las consultas, y estos niños que no son atendidos en ese intervalo de tiempo acaban yendo a Urgencias.

El problema aumenta los fines de semana, pues en el entorno económico y laboral actual, puede ser complicado pedir permiso para llevar al niño al pediatra, con lo que sólo que el centro de salud tuviera atención pediátrica los sábados por la mañana, no pocas urgencias que realmente no lo son se podrían absorber en los centros de salud.

En el caso de la atención a adultos en edad laboral el caso es el mismo... ya en este post reflejaba una creciente tendencia de los pacientes en edad laboral y con empleo a salir de listas de espera quirúrgicas por miedo a perder el puesto de trabajo, y en cuanto a la atención de AP, probablemente y por mor de los horarios de atención en el centro de salud, también puede haber un número importante de patologías no urgentes atendidos en un servicio de Urgencias.

Debo añadir que la atención de un pediatra o un médico de familia a un paciente en un centro de salud es del orden de diez veces más barata que en un servicio de urgencias hospitalario y con la misma ratio de coste / efectividad en patologías no urgentes.

Como me dijo una vez una gran amiga mía, “no se puede tirar la piedra y esconder la mano”; por tanto, la replanificación de los horarios de la atención primaria para niños y adultos no tan sólo descongestionaría los servicios de urgencias hospitalarios, sino que además sería un factor de ahorro para el SNS.

A veces olvidamos que cuando hablamos de pacientes y usuarios de la sanidad -no importa si pública o privada- estamos hablando en realidad de clientes, y ellos son nuestra razón de ser.