Una de las actividades que habitualmente nos pasan de año en año cuando trabajamos en una empresa es la de pasar la revisión médica de la mutua de accidentes laborales.
Aunque mis riesgos laborales, en mayor medida, pasen por problemas posturales y de visión -por aquello de que trabajo delante de una pantalla- y en menor medida, de seguridad -léase secuestro o asesinato: ya hubo un miembro de mi equipo que afortunadamente pudo escapar de una tentativa de secuestro; una de las cláusulas más deprimentes del seguro que cubre mis desplazamientos laborales es la que se refiere a la repatriación del cuerpo- siempre es conveniente pasarla.
Así que recibí un mail de RRHH proponiéndome fecha y hora, y yo, inocente de mí, acepté pasarla -las revisiones son voluntarias- y rellené unos cuantos formularios, entre ellos uno en el que de mi propio puño y letra cumplimenté mi DNI y domicilio actual.
Pasaron los días y ayer era el día de la revisión, así que en un riguroso ayuno reglamentario me presenté en el local donde debía pasar la misma.
Me atendió una señora que, con ademán severo y tras recibir el formulario que contenía mi DNI y domicilio, me entregó el kit de recogida de orina y me dijo que cuando saliera del baño debía dirigirme a la zona de espera.
Obediente, cumplí sus instrucciones, hasta que...
-¿Sr. Pardo?
-¿Sí?
-Verá, Vd. no sale en la lista.
-¿Cómo?
-Que no sale en la lista. Voy a llamar a RRHH de su empresa para confirmar que Vd. debe estar aquí.
-Pues llame, de todos modos el formulario -dije, señalando al papel en cuestión- me lo dieron ellos y lo cumplimenté con ellos.
-Sí... no se preocupe Sr. Pardo, ya le diremos algo.
Pasaron 5 minutos.
Pasaron 10 minutos.
-¿Sr. Pardo?
-¿Sí?
-Ya sabemos por qué no ha salido en la lista.
-¿Ah, sí?
-Sí. Vd. se ha equivocado en su DNI y en su domicilio
Abrí mucho los ojos y la miré fijamente.
-¿Cómo?
-Sí. ¿Lo ve? -dijo ella, señalando en el papel, con gesto de triunfo.
Lo miré y la dirección y el DNI eran los correctos.
-Son correctos, señorita.
-¡Pues no puede ser! En la base de datos consta otra persona. Vd. debe estar equivocado. Vamos a hacer otra comprobación.
Intentando dominarme, salí de la zona de espera y fui a la de recepción.
Mientras tanto, la señorita en cuestión aporreaba el teclado con una alegría y ferocidad que me parecían impropias del momento.
-¿Lo ve? Vd. tiene que estar equivocado, pues en el ordenador con este DNI y domicilio me aparece Nieves Bxxxxx. ¿La conoce?
Ojiplático perdido, extraje mi cartera de la chaqueta y cogí el DNI, y acto seguido lo tiré encima de la mesa.
-Pues no. De nada. Tome mi DNI. Compruébelo.
La señorita tomó el DNI y lo miró con cara de fastidio; y me temí que me dijera: "su DNI está equivocado..."
Pero no.
Sin pedir disculpas, me dijo que recogiera mi DNI y volviera a la zona de espera.
Más tarde, ya en consulta, el médico -que por cierto, me prescribió un link- me confirmó que es un problema del sistema de información y que no soy el primer caso...
El ordenador no siempre tiene la razón.