Cuando hablamos de formas de relación, de las agrupaciones humanas llamadas tribus, cuyo nexo de conexión entre individuos es algún tipo de afinidad, aparecen también otro tipo de factores ambientales que impactan en el juego de relaciones, en los equilibrios de poder internos, que son los de la interacción y ubicación en el entorno.
Sí, es cierto, en entornos altamente endogámicos, tendemos a perder puntos de referencia externos, y por tanto nos dejamos arrastrar por la dinámica de grupo, por las directrices que imparta quien ejerza el liderazgo.
De hecho, podríamos decir que este tipo de pérdida de contacto con la realidad del entorno podría ser equivalente al acto de enamorarnos: en muchas ocasiones, parecido a un episodio psicótico de alta intensidad.
Ya en los años 60, Stanley Milgram diseñó un juego de experimentos en los que intentaba demostrar que en entornos de presión endogámicos y autoritarismo extremo, por muy firmes convicciones humanistas que tuviéramos seríamos capaces de cometer los actos más execrables.
Por otro lado, si hablamos desde un punto de vista de psiquiatría, podríamos hablar del trastorno psicótico compartido (DSM-IV F20.0), también llamado "folie a deux", trastorno en el que se crea un entorno cerrado donde existe una personalidad dominante, psicótica, que induce transitoriamente a su entorno más cercano el mismo comportamiento psicótico, y que es capaz de razonar con coherencia, incluso de modo brillante, su ideación... la falta de referencias externas hace el resto.
En nuestro quehacer diario, por tanto, es importante que existan las interacciones con nuestro círculo más o menos íntimo, y con quienes ocasionalmente llaman nuestra atención.
Es cierto también que en nuestro sistema de relación, pesa tanto o más el lenguaje no verbal que el verbal, y esto, habitualmente, es también un punto de referencia válido.
En las tribus que están organizadas en las redes sociales, el comportamiento es bastante parecido a las tribus convencionales.
Pero en este caso, tenemos un componente adicional, peculiar, que debemos gestionar: la ausencia de ruido de fondo.
En una reunión de una estructura de tribu presencial, disponemos de diferentes estímulos externos, que probablemente no nos aporta mucho, pero que puede ser de una intensidad suficiente como para que no podamos centrar toda nuestra atención.
En un entorno de red social, de comunicación típicamente diferida, podemos crear filtros que nos permitan aislarnos de ese ruido de fondo.
De hecho es típico en Twitter los saludos de buenos días multitudinarios, algunas veces entre usuarios que no tienen ningún tipo de interacción, que por mi parte considero spam, y que es una forma de ruido social... un ruido que puede ser filtrado.
Nuestro cerebro dedica esa atención residual que habitualmente ejecuta tareas de filtraje y discriminación de ruido a reforzar la atención sobre el mensaje que es foco de atención... los estímulos, el mensaje, llegan nítidamente a nuestro sistema límbico.
Si la comunicación no es de uno a muchos, sino que es de uno a uno, por ejemplo, chat, audio o videoconferencia, el filtraje es aún mayor... de hecho, seguimos teniendo una visión limitada, centrada en la otra persona, y sus opiniones, sus ideas, sus deseos, llegan de una manera más nítida a nuestro inconsciente... es más difícil encontrar puntos de referencia externos, y potencialmente se pueden crear situaciones endogámicas.
Con la ausencia de ruido, pues, la afinidad puede crecer exponencialmente...