4 de noviembre de 2014. 50 personas reunidas en un garaje. WiFi, futbolín, bebidas. Buen rollo a espuertas. Una misión: Juntos contra el aislamiento digital. Un ambiente adecuado para dar rienda suelta a la creatividad del grupo. No hay espacio para lurkers.
Se establecen diferentes grupos de trabajo, cuyos integrantes van cambiando con el tiempo. Llega el momento de coincidir con el resto de mi grupo, el mixto, liderado por la Sardar Sherpa Esther Román, y compuesto por Iñaki González, Lara Hernández, Paula Traver y un servidor.
Aparece la expresión "mente colmena".
Se produce un momento de silencio.
¿Qué es una mente colmena? Fácilmente lo podemos asociar a una organización social basada en el modelo de las abejas. Vamos a ir un par de puntos más allá.
La definición clásica de mente colmena bien pudiera ser la capacidad de organización de un grupo de trabajo interdisciplinar (o multidisciplinar) y donde prima la horizontalidad: nadie es más que nadie y sólo prima el bien común. Como definición, bien, pero poco ambiciosa.
Mi visión de la mente colmena es que todos y cada uno de nosotros somos nodos en una red global, en la que cada uno aporta su conocimiento y su experiencia. En la que cada nodo confía plenamente en los conocimientos y experiencia del resto de nodos. En el que un nodo no tiene necesariamente cómo saber hacer una tarea sino quién posee el conocimiento necesario para realizarla. En el que cada nodo tiene una base cultural amplia y suficiente madurez para compartir, para dar, para recibir. Para enseñar, para aprender. Es la escucha activa, la asertividad, la empatía. Es el trabajo en red, es la cultura en red. Es el conocimiento, entendido como la capacidad de compartir experiencia y visión. Es el liderazgo compartido. Es la generación pura de emoción.
Esto es un #sherpas20. Yo lo soy. ¿Nos acompañas?