Sistemas de información sanitarios de 4ª generación.




















Hacía dos años que no hablaba sobre historia clínica. 

De hecho, en iJelz -mayo de 2011- ya comentaba algunas de las premisas imprescindibles a tener en cuenta previas a la implantación de un sistema de información sanitario.

Mi último post sobre historia clínica electrónica -marzo 2011- ya avanzaba las grandes líneas de lo que a mi entender, en el momento de la escritura del post, debía ser un sistema de información sanitario de 3ª generación, al que obligatoriamente añadiría sin duda capacidades de Personal Health Record (PHR) para cerrar el círculo de la información de salud y acercar al ciudadano -que no paciente- la posibilidad de la autogestión de su salud, haciendo atractiva su utilización mediante una oferta de servicios asociados de alto valor añadido.

Pero desde 2011 hasta ahora ha llovido bastante, así que cabe una actualización de la información, porque ha llegado el reinado de las apps de salud. Estas apps están ligadas al uso de un smartphone, pueden conseguirse en las app stores de las diferentes plataformas de móvil y también, cómo no, tienen sus riesgos, pues no existe en dichas plataformas un filtrado para comprobar que la aplicación etiquetada como de salud cumple una serie de mínimos que le permitan exhibir esta etiqueta.

Sólo hace falta pasearse por las tiendas de aplicaciones y comprobar que muchas de ellas no son demasiado diferentes de los llamados "productos milagro".

Entre los profesionales tampoco el tema queda muy claro, hay desde quien piensa en dotar de algún tipo de sello de calidad hasta quien piensa que el mercado debe autoregularse.

Para otros -incluyéndome a mí- el tema está claro: si es una app que puede ser usada para diagnóstico, consulta o control de una condición crónica, automáticamente pasa a ser un medical device y como tal debiera estar homologada; existe normativa de la UE sobre ello.

Pero aún hay más: al igual que la tendencia en alza es en estos momentos que el clínico prescriba links, también podría prescribir apps

Y yo me pregunto, ¿qué valor puede tener una app prescrita si no se puede controlar el uso que hace el paciente de la misma, mientras que de otros tipos de tratamiento si existe dicho control? 

Porque no lo olvidemos, las apps funcionan en smartphones, pero en el 99% de los casos son aplicaciones stand-alone que poca o nula conectividad tienen con terceros sistemas. Una honrosa excepción a la regla es SocialDiabetes, pero podemos considerarlo como una gota de agua en el desierto.

Aquí es donde podemos empezar a pensar en la historia clínica de cuarta generación, donde existiría un ecosistema rico en apps certificadas e interoperables, conectadas / integradas al sistema de información clínico, que permita al médico ofrecer counselling a distancia -por ejemplo, en función de la información recibida de la app ajustar la medicación en el HIS sobre la marcha, y el usuario recibiría la nueva pauta directamente en su smartphone a través de la app- y poniendo en valor el papel del director de Sistemas de Información de un centro sanitario cuando al mismo tiempo es un médico en activo.

Como curiosidad, cabe decir que la mayoría de los grandes CIO hospitalarios de referencia mundial son médicos en activo. Están apoyado por un staff de técnicos de primer nivel, pero lo más curioso es que entre los mejores CIO de Estados Unidos -entre ellos, el que está considerado el mejor de los mejores- hay una mayoría de médicos de urgencias, que compaginan las actividades de dirección de Sistemas de Información con las guardias.

Volviendo a lo que nos ocupa, es necesario que del mismo modo que en los servicios de farmacia hospitalaria existen los Centros de Información del Medicamento, en el seno de Sistemas de Información y vinculado con Dirección Médica, también debe existir un Centro de Información de la App, que permita al profesional prescribir la app adecuada, con garantías y ofreciendo al paciente el más alto valor añadido posible, y que al mismo tiempo permita al profesional la mejor gestión y el mejor servicio al paciente, integrando plenamente la app en el contínuo asistencial.

Aún hay más: cabe hacer un análisis de las comunidades de pacientes en las que usando redes sociales de gran difusión (como puede ser Facebook, y estoy pensando en concreto en El Médico de mi hij@), porque aunque el intercambio de información que está recogida en estos sitios pueda parecer poco relevante, existe la suficiente información aportada por los padres ANTES de que el paciente se presente delante de su médico con lo que a priori el clínico puede tener una visión clara y por escrito de la evolución previa del paciente, por lo que la creación de conectores específicos de los sistemas de información con dichas comunidades podría ser también un valor a estudiar y a tener en cuenta en cuanto a información clínica se refiere.

Es decir, a las fuentes clásicas de recogida y captura de datos tendremos que añadir las apps especializadas y las redes sociales para conseguir una nueva dimensión en información clínica.

Como podéis ver, hay camino por recorrer.

P.D.: Otro día os hablaré de las capas superiores de información, a saber, estratégica, táctica y operativa, así como del data mining y de interoperabilidad organizativa; estoy seguro que cuando las desarrolle, excitarán vuestra imaginación.