Experimentando la sinrazón.

Muchas veces se habla de que las empresas, su organización interna, es más cercana a una dictadura que a una democracia.

Es lo que hay... es raro encontrar organizaciones donde realmente se pase de una estructura de decisión piramidal a una estructura más difusa donde sus miembros puedan aportar valor en plano de igualdad a sus directivos.

También es infrecuente encontrar departamentos de organizaciones donde el liderazgo se adquiere por imposición y cualquier desviación sobre el pensamiento único es brutalmente aplastado.

Estos líderes, que para poder desarrollar su política terrorista se rodean normalmente de trabajadores de perfil neutro, es decir, que aguantan, toleran y justifican las salidas de tono de su jefe y no dudan en poner a pies de los caballos lo que normalmente es el eslabón más débil, en este caso (sí, es verdad), al sufrido proveedor.

Si recordáis mi arenga sobre iluminados, hacía mención a los que están fuera de los centros, más ¡ay del que adquiera poder en uno de ellos!

No admitir críticas, no reconocer que no se hacen las cosas bien, no admitir haberse equivocado, unido a la sinpar música celestial del coro de aduladores que ellos mismos se han encargado de montar es el camino más corto hacia el desastre.

Como ya sabéis, soy neutro y muy repetuoso, y jamás nomino de un modo directo, pero estoy muy seguro de que en alguna ocasión, habréis experimentado la sinrazón, y por tanto no os costará identificar según vuestra personal experiencia a los causantes de la misma.

No hay peor ciego que el que no quiere ver...