Spam sanitario.

Hoy voy a hablaros de mi libro... bueno, de mi libro no, de mi blog.

Me ha dado muchas satisfacciones y al-gún que otro disgusto, pero por lo que a mi respecta alimentarlo es una actividad enorme-mente enriquecedora para mí.

Cuando puedo publico posts, a menudo me leéis, y alguna vez me dejáis algún comentario; puedo deciros, por ejemplo, que gracias al blog me han llegado propuestas de trabajo, y a través del mail del blog a veces, algunos de vosotros, me hacéis llegar vuestras inquietudes, comentarios que inducen a la reflexión, algunos otros que son claro exponente de la “blogosfera sanitaria rosa” -incluso alguna proposición sentimental que guardaré en el mayor de los secretos-, y... spam.

Pero no spam de cualquier clase, no: spam generado por agencias de publicidad del sector sanitario. 

Teniendo en cuenta que soy informático, que ni de lejos soy prescriptor pasivo, que no soy un e-paciente, y con una capacidad de influencia muy limitada, me sorprende que me envíen mails pregonando las bondades de determinados principios activos, de determinadas técnicas quirúrgicas, que me inviten a visitar laboratorios y pueda comer con sus directivos por ser un bloguero del sector, o que determinadas aseguradoras, como pasó con una hace pocos meses, me envíen primero un mail invitándome a hablar de las bondades de un pretendido canal 2.0 para que a la semana siguiente reciba otro presionándome “porque cómo era posible que no hubiera publicado nada sobre ellos”; y todo ello teniendo en cuenta que normalmente este tipo de mails los envío directamente a la papelera y no generan ningún tipo de respuesta.

Me sorprende que la industria, en una coyuntura difícil y con una necesidad perentoria de afinar “target” para mejorar resultados, que de per se ya son exiguos, contrate agencias de publicidad que no tengan claro quién es el receptor potencial de su publicidad, y cuyo único valor diferencial sea tomar la lista de blogs que se mantiene en Somos Medicina o en Wikisanidad, y no importa si nuestra profesión es informático, capellán, administrativo o de seguridad, recibamos indiscriminadamente este bombardeo de mails que poco aportan y sólo inducen a la confusión.

Aparte del pequeño detalle de que está sancionada la publicidad de principios activos “direct to consumer” -insisto, no soy un clínico prescriptor- en territorio español, le rogaría a quien me haya seleccionado para ser objeto de spam -porque para mí este correo es spam y las agencias de publicidad de origen son de todo menos profesionales- que me eliminara de una vez de sus listas.

Y no digo más.