Leyendo este artículo en "Digital HealthCare & Productivity", he encontrado una frase que me ha hecho reflexionar, referida al uso de tecnología inalámbrica en entorno sanitario:
"Hay un gap entre lo que técnicamente somos capaces de hacer y lo que realmente hacemos".
Frase lapidaria donde las haya...
Creo que, en este caso, hay diferentes consideraciones...
La primera, económica, pues a lo mejor, poner dispositivos MCA al alcance del personal de atención en planta de un hospital, a mas o menos 2000€ la unidad, más la infraestructura de comunicaciones y de seguridad necesarias, no está al alcance de todas las organizaciones, y más en un momento de dificultades presupuestarias.
La segunda, cultural, pues creo que estamos en general acostumbrados a que sea el paciente el que acuda a consulta, que es donde tenemos normalmente la infraestructura IT, y en cambio, estamos mucho menos o nada acostumbrados a que el clínico se desplace a ver al paciente con una infraestructura portátil "a cuestas".
La tercera, de seguridad, no tan sólo informática: debemos blindar las partes inalámbricas basadas en WiFi y debemos analizar los riesgos, si los hay, de operación de dispositivos inalámbricos en entornos de soporte vital, como puedan ser la unidades de cuidados intensivos.
La cuarta, costes añadidos de comunicaciones, pues en casos de asistencia extrahospitalaria se puede hacer necesario la conectividad GPRS / UMTS, con lo que además habría un coste por tráfico de datos.
Si además se requiere la recepción de imagen médica en el dispositivo móvil, nos podemos encontrar que, fácilmente, podemos superar el volumen máximo por el que están indexadas actualmente las conexiones de datos, con lo que el operador de turno automáticamente reduciría la velocidad de bajada (en el caso 3G, de 3,7Mb a 128Kb).
Nadie dijo que fuera fácil.
Hay organizaciones y centros en nuestro país que han hecho (y hacen) uso de un modo pionero, de las ventajas que proveen las tecnologías asociadas a movilidad (PDAs, smartphones, tabletPC o MCA, entre otros), pero es poco menos que una gota en el océano...
"Hay un gap entre lo que técnicamente somos capaces de hacer y lo que realmente hacemos".
Frase lapidaria donde las haya...
Creo que, en este caso, hay diferentes consideraciones...
La primera, económica, pues a lo mejor, poner dispositivos MCA al alcance del personal de atención en planta de un hospital, a mas o menos 2000€ la unidad, más la infraestructura de comunicaciones y de seguridad necesarias, no está al alcance de todas las organizaciones, y más en un momento de dificultades presupuestarias.
La segunda, cultural, pues creo que estamos en general acostumbrados a que sea el paciente el que acuda a consulta, que es donde tenemos normalmente la infraestructura IT, y en cambio, estamos mucho menos o nada acostumbrados a que el clínico se desplace a ver al paciente con una infraestructura portátil "a cuestas".
La tercera, de seguridad, no tan sólo informática: debemos blindar las partes inalámbricas basadas en WiFi y debemos analizar los riesgos, si los hay, de operación de dispositivos inalámbricos en entornos de soporte vital, como puedan ser la unidades de cuidados intensivos.
La cuarta, costes añadidos de comunicaciones, pues en casos de asistencia extrahospitalaria se puede hacer necesario la conectividad GPRS / UMTS, con lo que además habría un coste por tráfico de datos.
Si además se requiere la recepción de imagen médica en el dispositivo móvil, nos podemos encontrar que, fácilmente, podemos superar el volumen máximo por el que están indexadas actualmente las conexiones de datos, con lo que el operador de turno automáticamente reduciría la velocidad de bajada (en el caso 3G, de 3,7Mb a 128Kb).
Nadie dijo que fuera fácil.
Hay organizaciones y centros en nuestro país que han hecho (y hacen) uso de un modo pionero, de las ventajas que proveen las tecnologías asociadas a movilidad (PDAs, smartphones, tabletPC o MCA, entre otros), pero es poco menos que una gota en el océano...