Tareas escolares a distancia.

9 de diciembre de 2014. Lugar, México Distrito Federal. Recibo una foto por Whatsapp de mi hija Júlia. La foto corresponde al puente del violoncello de mi hija pequeña, Helena. Está roto. En la foto se ve como parte de la tapa también lo está. Júlia me pide ayuda. Estoy a 10.000 kilómetros de distancia... 

Mi ex contacta conmigo también por el mismo tema y por la misma vía 5 minutos más tarde. Me pide el teléfono y la dirección del luthier, ya que habitualmente soy yo quien lo lleva a reparar. Se lo doy. Esa misma semana el cello estaba de nuevo a punto.

Esto, que a priori pudiera parecer ciencia-ficción, es parte de mi día a día como padre que vive a distancia de sus hijas.

¿Cómo lo hacemos? Voy a intentar explicarlo.

Desde el punto de vista legal está recogido en el pacto de parentalidad el derecho a poder contactar con nuestras hijas si no están con nosotros "no importa el método usado" ni tampoco el momento del día.

Habitualmente usamos el teléfono para comunicarnos, pero cuando se trata de una comunicación algo más elaborada usamos otras vías de contacto.

Por ejemplo, mi hija pequeña creó un grupo de Hangouts -"Los cuatro mosqueteros"- en el que estamos las niñas, mi ex y yo, con lo cual vía chat o videoconferencia múltiple podemos hablar y resolver los temas que nos afectan a todos.

Otro ejemplo es que cuando estoy en Latinoamérica, usamos Skype o Hangouts para hablar. En su casa disponen de un SmartTV LG con Skype, lo que nos permite contactar mediante videollamada; además, cada niña dispone de Hangouts en su tablet, y Júlia en su móvil dispone de Hangouts y Whatsapp. En función del momento del día y de dónde estén las niñas utilizamos la vía más adecuada.

El seguimiento de las tareas escolares es un poco más complejo: quién suele pedir orientación es Júlia. Habitualmente me pregunta si estoy disponible por Whatsapp, y si le contesto afirmativamente iniciamos una videoconferencia Hangouts. 

Si de acuerdo con lo que me explica no acabo de ver el contexto del ejercicio, le puedo pedir que me escanee y me envíe por mail la hoja u hojas que correspondan. Para ello disponemos de una impresora multifunción HP Photosmart 5520C -una en casa de mi ex y otra en mi casa, exactamente iguales- , y en cada uno de los dispositivos móviles del grupo familiar están instaladas las apps HP ePrint y HP AIO Remote (*), que permiten el control del equipo multifunción -impresión, scanner, copia- desde Android o iOS. Si lo que tiene que enviar no es muy grande, hace una foto directamente de la hoja y me la hace llegar. 

En el caso de que esté de viaje y la diferencia horaria lo permita -con México son 7 horas de diferencia- puedo utilizar tanto el teléfono de viaje -un Moto G 2014 Dual SIM con SIM de datos mexicana- como el ordenador portátil profesional -un equipo ejecutado con fibra de carbono y magnesio que supera la norma MIL-STD-810- aunque también cabe decir que en algún caso la comunicación ha sido asíncrona, ya que sólo puedo atender a las niñas de manera continuada cuando me hallo en el hotel.

Las niñas disponen de un ordenador portátil cada una. En los dos portátiles está instalado TeamViewer, al igual que en mis ordenadores personal y profesional, en el iPhone y en el Moto G, y también en mi iPad. El resultado es que ante un incidente informático puedo tomar el control a distancia y ayudarlas, esté donde esté.

Puede parecer un esquema de comunicaciones complejo, pero la realidad es que nuestro sistema multidispositivo y multitecnología se ha revelado particularmente eficaz; la redundancia en cuanto a vías de comunicación ha sido clave en bastantes ocasiones. Las niñas han podido contactar conmigo cuando lo han necesitado, y yo con ellas cada día.

Y eso es lo que realmente importa.

(*) NOTA: para que estas apps de HP funcionen correctamente, los dispositivos móviles y la impresora DEBEN estar conectados a la misma red WiFi. Es importante observar que por peculiaridades del sistema AirPrint de iOS, puede que hayan routers WiFI que no encaminen correctamente las tareas de impresión hacia el dispositivo multifunción. El servicio responsable de la impresión en dispositivos iOS es el Bonjour de Apple. En este caso, la solución es instalar un punto de acceso WiFi específico para ello. Me he encontrado con problemas con los routers ADSL Huawei de Vodafone y con los routers de fibra Technicolor de Jazztel. En mi caso puse un punto de acceso WiFi Linksys WAP 54G para solucionarlo. Tengo los dispositivos móviles (iOS y Android) y la impresora conectados a la WiFi del Linksys; los ordenadores portátiles los tengo conectados a la WiFi del Technicolor. La conexión entre el Technicolor y el Linksys se hace vía cable Ethernet.

El equipo Linksys requirió configurar su dirección IP, máscara, DNS y gateway para que estuvieran en el mismo rango de las otorgadas por el servidor DHCP del Technicolor. Las dos WiFi están en el mismo rango de direcciones y la única diferencia entre ellas son los canales de salida y el SSID. Un consejo: si no entiendes lo que estoy explicando no intentes hacerlo tú. Busca ayuda. Te ahorrarás quebraderos de cabeza.

La entrevista que no fue.

Estudio donde se graba el programa @Mossegalapoma.
A principios de diciembre, mientras estaba a punto de embarcar por segunda vez a México, recibí un correo de Across Health, en nombre de Campus Sanofi, en la que se pedía mi colaboración para contestar unas preguntas sobre el futuro de la e-salud en 2015.

Marqué el mail como favorito para contestarlo cuando pudiera y... bien, estar en otro país es muy absorbente. La realidad es que respondí un mes más tarde.

Desde Across Health me contestaron amablemente diciéndome que el artículo donde debían constar estas preguntas ya había sido publicado.

Dado que en mi opinión las preguntas eran muy interesantes, no os voy a privar de mis respuestas.

En color rojo encontraréis las preguntas y en color negro mis respuestas.

Enjoy it! 

  • ¿Qué cambios cree que tendrá la salud digital en 2015? ¿Cree que veremos algo nuevo o tendencias en términos de…? 
  • Historia Clínica electrónica 
  • En estos momentos estamos en un período de transición, en el que las historias clínicas electrónicas se están empezando a conectar con repositorios regionales y nacionales -incluso internacionales- 
  • Se está empezando a ver un tímido uso de los Personal Health Record 
  • En algunos casos se está evolucionando al registro clínico apoyado en el uso de thesaurus  
  • Tenemos que ver la progresiva integración de los sistemas de telemedicina   
  • La eclosión de las apps de salud de segunda generación: son totalmente autónomas, pero también son capaces de estar integradas en un sistema de información convencional para permitir una mayor comunicación bidireccional médico paciente. 
  • E-Receta 
  • Hasta donde yo sé, con un grado de avance variable, ya está implantada dentro del SNS. El siguiente paso es la interoperabilidad entre CCAA primero, internacional después. En el momento que la eReceta catalana me permita recoger mis medicamentos en una oficina de farmacia de Castellón -por poner un ejemplo- será señal de que andaremos progresando en la buena dirección. 
  • Apps y wearables (para la práctica clínica y/o para monitorización de la salud) 
  • De las apps pienso que... hay demasiadas. Me explico. Si miramos las App Store de iOS o Android, tendremos decenas de miles de apps etiquetadas como de salud, cuando la realidad es que muchas son de wellness / wellbeing. También existen las apps "magufo", las que dicen hacer cosas que en realidad sólo existen en la calenturienta mente del desarrollador. Y después quedan las genuinas, las que realmente lo son y están acreditadas de alguna manera como tales... ¿Cómo diferenciar? ¿Cómo puede un endocrino "prescribir" una app para diabetes si es posible que existan 20 apps diferentes para esta patología? ¿Cuál es el criterio de elección? ¿Acabaremos teniendo apps en guía, como tenemos actualmente fármacos en guía? Para mí la mejor app de salud es la que pueda ser prescrita y pueda estar integrada en el sistema de información que use el médico. Y si encima se adapta al estilo de vida del paciente, facilitándole la entrada de información -incluso entrando la información por él- mejor. El axioma es que la tecnología que funciona es la que no se nota. Si se nota es que tiene algún problema de concepción o diseño.
  • En cuanto a los wearables... si hablamos de los que están disponibles comercialmente, tienen dos problemas: el primero la duración de batería entre cargas. El segundo la precisión. Mi pregunta es: ¿realmente nos aportan información significativa? Tal vez para deportistas -especialmente runners- puede que sí. Para el resto no lo tengo tan claro. Además está el problema de la adherencia al uso de los mismos. Si son para uso clínico, por muy wearables que sean ya pasan a la consideración de medical devices... Aún así y todo, no veo a corto plazo una explosión en este campo. Mención aparte merecen los wearables que permiten el "self quantifying". Para estos veo un futuro prometedor, aunque encajan más con wellness / wellbeing que con salud. 
  • Uso de tecnología por parte de profesionales sanitarios (desde uso en su práctica clínica hasta prescripción de enlaces y apps). Creo que en los últimos años ha habido un grado considerable de avance. Pero no nos engañemos. Si bien es cierto que la mayoría de profesionales sanitarios ya dispone de smartphones, es una minoría la que le saca "jugo" para actividad asistencial. En los clínicos más jóvenes y en ciertas especialidades -como puede ser Pediatría- creo que hay un uso mayor de la tecnología, llamémosle app, llamémosle nuevas formas de relación con el paciente (Whatsapp / email) o prescripción de apps y webs. 
  • Uso de tecnología por parte de pacientes para monitorización y/o autocuidado Estamos avanzando en este aspecto, es cierto, incluso en segmentos de población que a priori nos pudieran parecer refractarios como pudieran ser los adultos mayores. En algunos pilotajes de telemedicina para crónicos el grado de adherencia de los pacientes de edad avanzada al sistema suele ser elevada. ¿Por qué? Porque tienen feedback de los resultados. Se sienten mejor controlados, por tanto más seguros y esto impacta positivamente en sus actividades de la vida diaria. La consecuencia es que no hay que invertir tantos recursos en ellos
  • Algún otro elemento de la salud digital que desee destacar. Hablaría del "palabro" de moda, del Big Data. El problema es que si no tenemos el software adecuado que nos encuentre pautas y correlaciones en el marasmo de datos, que a su vez nos permitan formular preguntas concretas, poco provecho le sacaremos. También hablaría de otro término de moda, las redes sociales en combinación con Big Data. Todo esto está muy bien, pero no nos equivoquemos: en estos momentos los datos no nos están dejando ver el conocimiento.
¿Más preguntas?

Reflexiones sobre seguridad en la consulta.

Este post, como éste otro, se origina en una de las sesiones de chat del grupo de Whatsapp de Health2.0 BCN.

En esta ocasión, el día 1 de enero, más o menos a las 15:00h de la tarde, se inicia una discusión sobre el uso de Whatsapp y del mail como herramientas de atención a distancia y... bueno, aquí nace este post. 

Ya en este espacio hablé de Whatsapp, de Telegram, y del venerable pero no menos eficaz teléfono

Las conclusiones eran claras. Pero la realidad es tozuda, y si tenemos una app que encontraremos instalada sin excepción en cualquier smartphone de este país esta es Whatsapp. No es la mejor, lo sabemos. Sucede lo mismo que pasó en su momento en la guerra de formatos de video doméstico entre VHS y Betamax. Betamax era superior en todos los aspectos, salvo en uno: el público compraba VHS porque la mayoría de sus amigos tenían VHS y se podían intercambiar las cintas. Ganó el formato VHS.

Así que levante la mano quién teniendo un amigo médico no haya tirado de Whatsapp ni médico que no haya contestado alguna consulta por el mismo canal. Esto da una idea de la utilidad que supone para la población el acceso a servicios sanitarios mediante mensajería instantánea.

Otra cosa es la seguridad: desde que fue comprado por Facebook en febrero de 2014, muchas son las voces que han pedido dejar de usar esta app, por las sospechas de que mensajes de personas de relevancia pública podrían ser filtrados a través de Facebook a la NSA. Después de haber rastreado si había alguna referencia a este asunto -incluso he llegado a consultar WikiLeaks- no he encontrado ninguna mención, ni de pasada. No obstante, grandes compañías alemanas han prohibido el uso de Whatsapp a sus empleados en sus terminales móviles de empresa; para algunas de ellas es falta grave y motivo de despido directo. Me contaban de una de estas empresas, laboratorio farmacéutico, que la prohibición alcanzaba a los visitadores médicos, y que para mantener el contacto con "sus" médicos, en algunos casos hacían uso de sus dispositivos personales... equipados con Whatsapp.

Así que, "con la iglesia hemos topado, amigo Sancho"... ¿Y ahora qué?

A la espera de que alguna administración pública sea consciente de este problema y dé con alguna solución (me consta que en Andalucía ya se está haciendo algo al respecto), os voy a dar un par de consejos -en forma de app- que incrementarán la seguridad de vuestras comunicaciones con vuestros pacientes.

La primera de ellas es PrivateMSG, app gratuita para Android e iOS, de origen español y de funcionamiento muy simple. El receptor y el emisor deben compartir una contraseña, la misma para los dos. Se introduce el texto a cifrar, devuelve un texto cifrado, se copia dicho texto y se pega en Whatsapp. Nuestro receptor deberá hacer lo mismo. Puede parecer tosco, pero es eficaz y mantiene la posibilidad de seguir comunicándose usando Whatsapp. También se pueden cifrar y descifrar mensajes a través de la web. Por supuesto, se puede usar en cualquier otro tipo de mensajería, como pueda ser Facebook Messenger o Skype.

La segunda es quizás la más sorprendente de todas. Se trata de ChatSecure, una app open source, también es gratuita, y es interoperable con protocolos XMPP / Jabber, como los usados por Facebook Messenger y Google Talk / Google Hangouts. Es posible utilizar servidores públicos XMPP, servidores propios -si los tenemos- e incluso puede utilizar Tor, más conocida por ser "el Internet profundo". A todos los efectos se comporta como un cliente de chat normal, con la diferencia de que en cualquier momento podemos cifrar la conversación, e incluso hacer que se borre al abandonarla.

El hecho de que pueda funcionar sobre Hangouts la hace muy interesante; todos los usuarios de Android tienen cuenta Google, así como un buen número de usuarios de iOS, así que desde el punto de vista de capilaridad, puede que esté muy cerca de las cifras de Whatsapp. Recordar que el mercado de smartphones en España está repartido en una proporción 80:20 a favor de Android, aproximadamente.

Personalmente me gusta más ChatSecure; yo lo tengo instalado usando mi cuenta de Google Talk y funciona muy bien.

En cuanto al mail, son legión los que usan Gmail para dar este tipo de soporte. Pero este servicio tiene un problema: al usarlo en su forma gratuita, el contenido de los mails es leído por bots (para el funcionamiento de Google AdSense), con lo que no cumpliría el requisito de secreto de comunicaciones en primer lugar, y secreto médico-paciente en segundo. 

La solución es sencilla: contratad el servicio de pago, Google Apps, que es muy económico -el coste anual no es muy alto- con lo que no tendréis bots. Un dato: el Departament d'Ensenyament de la Generalitat de Catalunya migró ya hace unos años TODO su servicio de correo corporativo (xcat.cat) a Google Apps. Es una muestra de la solidez y seguridad de la versión de pago de Gmail.

Si estáis en una organización, usad una cuenta de correo corporativa. En cuanto al paciente, no podemos evitar que use su dirección actual, con lo que si no ciframos los mensajes poco podremos hacer al respecto. Bueno sería el uso de certificados digitales en ambos extremos.

Resuelto el tema técnico viene el tema legal. Da lo mismo si es mensajería instantánea o email, pero para ambos casos las recomendaciones son muy parecidas:
  1. Si trabajamos en una organización sanitaria, debemos tener la autorización del responsable de seguridad de la misma. Él (o ella) será el encargado de mantener el documento de seguridad de la organización, al que obliga la Ley de Protección de Datos. Si trabajas por tu cuenta en tu consulta privada, tú eres el responsable. En este link encontrarás la Guía de Seguridad que te ayudará a crear y mantener dicho documento.
  2. Deberás hacer firmar un consentimiento informado de protección de datos. Recuerda que estás manejando datos de nivel de protección alto, y en este caso el Reglamento de la LOPD indica explícitamente que el paciente debe firmar dicho consentimiento. No hay excepción. No sirve el cartel informativo para el caso de grabación continua de video en circuito cerrado.
  3. Por tu seguridad y comodidad, deberás dar unas instrucciones de uso del servicio muy claras.
  4. Deberás tener identificado el número de teléfono o dirección de mail desde el que te puedan hacer consultas.
  5. Recuerda las limitaciones legales, colegiales y éticas del servicio que prestas. Usar un servicio en el que TODO queda por escrito en ambos lados requiere que sea gestionado de la manera más escrupulosa posible.
A partir de aquí será más fácil hacer normal lo que ya es normal a nivel de calle.

¿Preguntas?

El smartphone de mi hija.

Llevo días leyendo tanto en prensa como en algún blog diferentes noticias y reflexiones sobre smartphones y (pre)-adolescentes. Así, sin ir más lejos, en pocos días en "El País" han aparecido los artículos "El 38% de los niños menores de dos años usa el ‘smartphone'" y "La edad del pavo, en digital".

Dado que la mayoría de padres y madres del país pueden estar encuadrados -muy a su pesar- en el capítulo de tecnoescépticos / tecnopesimistas, y que por circunstancias personales, Júlia dispone desde el mes de septiembre de un smartphone -mi venerable y querido Samsung Galaxy Mini- y que mañana dispondrá de un equipo más potente y capaz, he querido compartir con vosotros unas cuantas reflexiones sobre lo que implica un smartphone en manos de un menor y cómo tener un control efectivo sobre el mismo.

En mi caso, Júlia tiene 12 años y este año ha iniciado el instituto. Esto ya da una idea de que ya hay ciertos desplazamientos que paulatinamente pasará de hacerlos acompañada a hacerlos sola.

Por otro lado, el entorno. Todos sus compañeros ya disponen de smartphone. Ella era la única que no disponía del gadget.

Para acabar, mi situación personal. Divorciado, mi ex-mujer estaría encuadrada dentro de la categoría tecno-refractaria. Existe un acuerdo tácito entre nosotros de que yo me haga cargo de la protección remota de las niñas y de su entorno. Para aderezarlo un poco más, en el último mes he estado tres semanas en México y la previsión es que la pauta de viajes se mantenga en la misma proporción 3:1 en los próximos meses.

Dicho todo esto, empezaremos por el principio: no es un problema de tecnología, sino de educación y diálogo. A la niña hay que darle unas pautas de uso bien claras, le gusten o no le gusten, y hay que ser inflexibles en su aplicación. No debería recordaros que por muy preadolescentes que sean, el uso -o mal uso- que hagan del terminal móvil es responsabilidad nuestra, de los padres. Se lo tenéis que dejar bien claro.

También hay que ser flexible. No podemos mostrarnos excesivamente controladores. No debemos prohibir, sí debemos acompañar. Tiene que existir diálogo entre los niños y nosotros, bien entendido que no somos sus colegas, sino sus padres. Si señalamos un comportamiento inadecuado o prohibimos cualquier cosa, debemos razonar. Debemos ganar con inteligencia. Recordad que están en una fase de afirmación de personalidad, y que si antes eran niños pero no tontos, ahora ya son adultos jóvenes en construcción, que están continuamente buscando redefinir los límites que les marcamos. El "porque lo digo yo" no funciona. Son preadolescentes y sé que para muchas cosas es muy complicado discutir según qué, pero vale la pena el esfuerzo, no sea que más adelante lo tengamos que lamentar.

Si establecemos medidas de vigilancia y control, ellos las tienen que conocer. Hay que tranquilizarlos sobre el objetivo del control y que será automatizado, que sólo actuaréis en caso de existir una alerta.

En mi caso el enfoque de conversación instructiva y diálogo, más el conocimiento de las medidas de control y el por qué de las mismas ha evitado un par de sustos. Es en serio.

Segundo paso, elección del terminal: no quisiera ser más papista que el Papa, pero deberíamos optar siempre por terminales de gama media o baja. Al principio no lo van a cuidar mucho, se les caerá, lo decorarán con stickers, dibujarán en la carcasa cualquier cosa con rotuladores de tinta indeleble... Hacedme caso, no le compréis un iPhone. Sufriréis mucho. Os recomiendo que como terminal inicial, que uséis uno antiguo que ya no uséis -y que funcione-, preferentemente Android, como mínimo con Android 4.x.

Júlia dispone actualmente de un Samsung Galaxy Mini de 2011 y el día 6 recibirá un Moto G (2013) de 16Gb. El cambio de terminal obedece a las necesidades de comunicación entre las niñas y yo cuando estoy "allende los mares". El Galaxy Mini ya no soporta Skype, y ha hecho que me decante por una máquina mucho más moderna y capaz. El nuevo dispositivo mueve Android con una soltura que ya la quisieran muchos terminales de gama alta, y su relación precio-calidad es excepcional: un Snapdragon de 4 núcleos y 4,5" con pantalla Gorilla Glass por 159€.

Tercer paso, asegurar el terminal: no se trata de contratar un seguro, sino de establecer la configuración segura más óptima para el uso de vuestro hijo. En el caso de Júlia, las medidas de protección son:
  1. Júlia no conoce las contraseñas de acceso a Gmail.
  2. Júlia tiene habilitada la protección por edad de Google Play. ¿Cómo? Desde la app, ir a Ajustes, Filtro de contenido. Ajustar el nivel de filtraje a la edad de nuestra hija, pedirá un PIN -que por supuesto el niño no debe conocer- con lo que las apps con contenido inapropiado a priori no podrían ser descargadas por el menor.
  3. Júlia tiene habilitada la ubicación. Es más por tranquilidad de su madre y mía -vamos, es psicológico- que no por la niña. En caso de necesidad, me permitiría saber desde otro móvil o un ordenador los movimientos de Júlia y su móvil sobre un mapa.
  4. Júlia tiene instalado el Android Device Manager. Esta app nos permitirá el borrado remoto, la recuperación del móvil en caso de extravío o la localización de la niña. Es una ampliación de los ajustes de ubicación.
  5. Júlia tiene instalado el Norton Family como app de control parental. Protege a la niña de acceder a webs con contenido inadecuado, y en caso de probar el acceso, los padres reciben un mail notificando el evento. Yo tengo las prestaciones básicas -gratuitas- activadas.
  6. Júlia sabe que si le pido el terminal para examinarlo, me lo debe entregar sin dilación. No hay discusión posible.
  7. Júlia sabe que dentro del instituto tiene prohibido poner en marcha el terminal. El primer día que tuvo el terminal, cometió el error de encenderlo, y lo descubrí: estuvo semanas con el terminal incautado, porque había faltado a la confianza que habíamos depositado en ella. Tras este período, se le devolvió. No ha vuelto a caer en la tentación...
  8. Las facturas las paga Júlia. Sí, habéis leído bien. El coste del contrato de su línea -es un tipo de contrato que si no hay consumo, no paga nada- lo asume íntegramente ella. La línea la tiene con Simyo.
Uso que le ha dado en este tiempo: La aplicación que más ha usado, sin duda, ha sido Whatsapp. Del examen de su móvil se deduce que usan los grupos para intercambiar información sobre asignaturas concretas, aunque también hay algunos que son más lúdicos. Para quién se rasgue las vestiduras, le recuerdo que hay bastantes niños que ya disponen de tablet y que usan Hangouts exactamente con el mismo fin. Y al fin y al cabo las reglas de uso no son tan diferentes. Lo que sí es importante es la inspección periódica del contenido de los chats, así como del tráfico de correo electrónico. Veréis que en el caso del mail, prácticamente no lo usan.

También ha usado hangouts para la corrección de sus tareas escolares a distancia, cosa que ha resultado particularmente eficaz.

Conclusión: Como veis, he hablado más de crianza que no de tecnología. Habilitar al menor en el uso de smartphones implica acompañarlo para que descubra sus innegables ventajas pero para ser muy instructivo en cuanto a los riesgos.

Acompañándolos a ellos en su transformación, nos transformamos a nosotros mismos.