Historias de la historia.

Foto hecha por Montse Carrasco en el #hcsmeu_es BCN
No se si conocéis el concepto de "desvirtualización"... son las reuniones en las que, como efecto secundario beneficioso, ponemos cara, voz y piel a aquellos a quienes seguimos, a quienes leemos en el mundo de los blogs y las redes sociales.

En mi caso me encuentro a menudo situaciones sorpren-dentes durante la desvirtua-lización; un clásico es, por ejemplo, preguntar si la mujer de rojo existe o es un producto de mi imaginación, o por el Choto, o por otros posts que han cautivado vuestra imaginación; debo decir que después de mi speech en TEDxAndorra, hubo unos días que allá donde aparecía había literalmente cola para darme abrazos.

Como ya sabéis, no tengo un programa de publicaciones periódicas, y como habéis podido observar, escribo sólo sobre lo que atrae mi interés. Para mí, escribir no es tan solo algo que me distrae y me relaja, es también el resultado de uno de los rasgos más característicos de mi personalidad, aportar, compartir, y ser en todo momento un jugador de equipo.

La verdad es que no publico más porque muchas de las cosas de las que me apetecería hablar están sujetas a compromiso de confidencialidad -NDA-, y aunque tengo compilados más de 300 temas diferentes que podrían ser origen de un post, por razones puramente personales en los últimos tiempos no he tenido el empuje -o la chispa- que me motivara lo suficiente como para escribir y publicar posts.

Sin embargo, hoy he decidido romper mi silencio; y todo viene porque ayer tomé un café con un profesional del sector -lo que generará el que será, sin duda, el post más polémico que jamás haya escrito- y tuve una extensa charla -vía Whatsapp- con una buena amiga.

Me gustaría hablaros de las motivaciones, del impulso, de la chispa, que han sido el origen de algunos de mis posts más leídos; me gustaría hablaros de las historias de la historia.
  • Aunque no ha sido de los más leídos, en 2008 -época de vino y rosas, ¿recordáis?- yo ya hablaba de recortes sanitarios en la sanidad pública, y la chispa fue una conversación en un tren -una historia Renfe- con el CIO de un hospital catalán, miembro asimismo de su Consejo de Administración.
  • Si seguimos con las historias Renfe, decir que la mujer de rojo existe: superé mi timidez;  después de casi 12 años viéndola cada día por la mañana -soy muy tímido- me atreví a dirigirle la palabra; ante mi sorpresa, ella también se había fijado en mí: se llama Celia, y desde que se produjo mi salida del proyecto de Sant Pau no he vuelto a verla, aunque a menudo pienso cómo debe llevar sus viajes con sus hijos día a día en el tren.
  • De TEDxAndorra he publicado ya varios post, pero hay aún detalles que hasta ahora no había revelado: tal como explico en el post, los organizadores del TEDx podrían no haber aceptado mi candidatura. En ese caso el speaker propuesto habría sido Amalia Arce, la mamá pediatra.
  • ¿Y por qué "La magia de un abrazo" y no otro nombre? La idea partió de un simple y humilde abrazo que me dio Mercè Bonjorn en aquellos días, entre tristes y duros para mí.
  • Otros posts han sido el resultado de una comida, de un café, de una plácida sobremesa; en otros casos, como "Cuatro amigos que cambiaron el mundo", tropecé por casualidad con el libro cuando en realidad iba a escribir sobre la depresión...
  • "Despotismo ilustrado" es un post más visceral y sobre el que tuve muchas dudas antes de publicarlo; si salió a la luz fue porque mostré el texto a mi gran amiga Montse Carrasco -aprovechando una entrega de premios de Diario Médico que se llevó a cabo en el TNC, y apartados discretamente en un rincón- y me convenció de que se debía publicar sí o sí.

Después de ese post, confieso que se agotaron las pocas ganas que tenía de escribir; de ahí nacen los posts a cuatro manos que se redactaron conjuntamente con Esther Gorjón y se publicaron en "Signos vitales 2.0"; o el que hasta hoy era el último post de este blog, escrito conjuntamente con Juan Carlos Muria -realmente quien aporta el peso específico de la historia-, Iñaki González y yo.

Pero quizás la historia más extraordinaria es la que originó mis dos últimos posts en solitario, el de la inocentada de 2011 y el publicado en el blog de "Mírame, diferénciate", "Un cuento de Navidad".

El post de la inocentada tiene su origen en Benicàssim: una conversación -entre jocosa y formal-, delante de bebidas frías, con Serafín Fernández y Antonio Jesús Ramos -Cuidando.es- sobre el Código Choto: nos reímos mucho, y guardé esta conversación en mi memoria como posible tema de un post inocentada. 

Unos días más tarde, en el transcurso de una conversación telefónica posterior con Serafín, le comenté la posibilidad de publicar algo relacionado con el Choto, pidiéndole permiso para publicar la historia que tenía en mente, permiso que me concedió entre divertido y asombrado.

El caso es que se iba acercando la fecha y aunque la idea de dar una forma de "paper" formal a esa divertida conversación cada vez me gustaba más, también calculaba las posibles repercusiones negativas de publicar lo que tenía en mente en el blog y la posible pérdida -que no se produjo- de reputación digital.

Hasta el día 25 de diciembre no tomé la decisión de publicarlo, y aquí empieza la historia de la historia.

Ese día una buena amiga mía, la Dra. Pallarès, estaba de guardia; ella estaba triste y no estaba de buen humor, así que le comenté si quería que la recogiese a la salida del hospital para acompañarla a su casa, con el ánimo de hablar con ella y animarla; ella accedió, aunque me advirtió que no sería una buena compañía. Debo decir que ella es una persona encantadora, así que muy mal debía estar para hacer semejante advertencia.

Podría haber escrito la inocentada cualquier otro día, pues tenía tiempo hasta el día 27 a las 23:59 -en la más pura tradición procrastinadora-; sin embargo escribí el post durante la tarde del día 25 porque quería que ella lo leyese, quería arrancarle, si no una carcajada, al menos, como mínimo, una sonrisa. 

Acabé de escribir el post con el tiempo justo de copiarlo en un Google Docs, para que ella pudiera leerlo desde mi terminal Android; realmente estaba triste y seria: no se rió, pero sí hubo una sonrisa fugaz. Me dejó preocupado... muy preocupado.

Cuando volví a mi casa, recibí un mensaje de Serafín, pidiéndome que escribiese algún texto para el blog de "Mírame...", y tenía que ser algo para antes del día de fin de año; francamente, no tenía ni idea de qué podía aportar a la iniciativa, así que en algún momento estuve tentado de declinar la petición.

Pero no podía dejar de pensar en la Dra. Pallarès. Me fui a dormir y aquella noche soñé con ella. 

Era un sueño en el que había una doctora triste, en Urgencias, y que atendía a un niño que se llamaba Gabriel...

Por la mañana del 26 de diciembre transcribía el sueño que, con algunos retoques clínicos aportados por Olga Navarro -y su voz-, se convertía en "Un cuento de Navidad", que fue publicado el 30 de diciembre.

Podría explicar más historias de la historia, pero prefiero dejarlo aquí.

Tan sólo una pregunta...

Contadme, ¿cuáles son vuestras historias de la historia?