El síndrome de Hong Kong.


Andaba yo esta mañana por el notario para unos trámites, cuando, en la sala de espera, mis ojos tropezaron con un suplemento de cultura de "La Vanguardia". Lo abrí para ojearlo y tropecé con este artículo, firmado por Joan Fontcuberta; leí por encima el primer párrafo y pensé "merece la pena leerlo más tarde, en formato web".

Copio literalmente el primer párrafo para qué se pueda entender qué es lo que me llamó tanto la atención:

"Uno de los principales periódicos de Hong Kong despidió hace poco a sus ocho fotógrafos de plantilla que cubrían la información local; a cambio distribuyeron cámaras digitales entre el colectivo de repartidores de pizza. La decisión empresarial era sensata: es más fácil enseñar a hacer fotos a los ágiles y escurridizos pizzeros que lograr que los fotógrafos profesionales sean capaces de sortear los infernales atascos de Hong Kong y consigan llegar a tiempo a la noticia. Los portavoces del sector, obviamente, se rasgaron las vestiduras: ¿cómo es posible que se renuncie a la calidad que garantizan profesionales con experiencia? Pero hay que convenir que más vale una imagen defectuosa tomada por un aficionado que una imagen tal vez magnífica pero inexistente. Saludemos pues al nuevo ciudadano-fotógrafo."

El resto del artículo no tiene desperdicio y vale la pena leerlo entero, pues algunas de las ideas apuntadas en post pasados, como por ejemplo, las conexiones brain-to-computer de las que hablé en el PodCamp BCN, aparecen aquí (párrafos 4 y 5 del artículo)...

Otra idea del mismo artículo, que me ha llamado la atención, es el primer punto de su decálogo post-fotográfico:

Sobre el papel del artista: ya no se trata de producir obras sino de prescribir sentidos.

Si desde un punto de vista formal, se sugiere que, como en el ejemplo de las puestas de sol y Flickr, que por qué hacer una nueva foto de una puesta de sol si tenemos más de 8 millones de imágenes de puesta de sol, se aplique una cultura "ecológica" de reciclaje de imágenes, negando que en nuestra imagen, la que tomemos nosotros, no puede haber un punto diferencial que haga esa imagen única... bueno, opiniones para todos los gustos, seguro.

Pero si que en el artículo hay algunas cosas que no se dicen, y es que el auge de smartphones con cámaras y ópticas de calidad permiten no tan sólo la toma de la imagen sino también la publicación y difusión inmediata; y es lo que facilita la decisión del rotativo de Hong Kong.

Por otro lado, remarcar que no tan sólo los pizzeros, sino que cualquier ciudadano puede tomar una imagen, esté vinculado o no al medio impreso, y publicarlo en su blog, Flickr o Picasa, Facebook, Twitter, e incluso, conseguir una propagación viral si la imagen es de impacto. La inmediatez y ubicuidad son, pues, factores decisivos.

La fuerza de las imágenes, tomadas algunas veces en condiciones complejas, unidos a mensajes concretos y contundentes, pueden alcanzar una gran resonancia y acompañar a movimientos como los que en los últimos meses se han vivido en el norte de África o las acampadas de indignados que han ido apareciendo por toda la geografía española. 

Y que la carga de los Mossos d'Esquadra contra los miembros de #acampadabcn fuera retransmitida en tiempo real por Twitter y Facebook, con gran profusión de imágenes gráficas, sólo acentúa lo que ya es un hecho: que aparece un nuevo tipo de periodista, ciudadano de a pie, que armado de su smartphone es capaz de dar información fidedigna que se propaga a gran velocidad en tiempo real, y que adquiere su verdadera dimensión en caso de catástrofe

Que levante la mano quien no haya informado en algún momento, usando su terminal móvil, del retraso de un tren, de un incidente, de problemas de circulación o que incluso, en modo denuncia, no haya adjuntado una foto o video como prueba fehaciente del mensaje emitido.

Es un cambio imparable de paradigma, un paradigma que no tiene ni puede tener reglas y que no es rígido, pues este nuevo escenario lo están construyendo entre todos los ciudadanos y la flexibilidad y adaptabilidad es también un valor nuevo y emergente.

Aquí la pregunta que cabe hacerse es si los medios tradicionales están preparados para este escenario, pues sospecho que los que no sepan aprovechar las oportunidades que generarán mediante este cambio cultural, estarán llamados a desaparecer. 

No nos engañemos: la mayoría de medios usan herramientas sociales en modo teletipo, sacando poco o nulo rendimiento del entorno... y las herramientas son sólo medio, no es el fin. 

Ser 2.0 es tener una actitud 2.0, ya sea en modo virtual o presencial: si no eres capaz de conversar, de escuchar en tu vida convencional, difícilmente lo harás en tu vida digital.

Aunque, mirándolo fríamente... ¿existe separación entre tu vida digital y tu vida convencional?